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El señor de las moscas y el Leviatán de Hobbes

Entendiendo la literatura a través de la filosofía

El señor de las moscas y el Leviatán de Hobbes

Introducción: El contexto de la obra

El señor de las moscas, una de las grandes novelas de la literatura inglesa, manda un mensaje crudo y conciso: el ser humano, desprovisto de la influencia de la sociedad, es un ser hostil, irracional y peligroso. Esta visión del mundo viene a ser algo similar a lo que defendía el filósofo Thomas Hobbes en Leviatán (1651). En este artículo voy a hablar de la relación entre ambas obras.

Una de las mayores influencias que llevó a William Golding a escribir El señor de las moscas fue la novela La isla de coral (1857) de R. M. Ballantyne. En ella, se nos presentan a tres muchachos supervivientes de un naufragio que luchan constantemente contra un enemigo externo, representado a través de piratas y caníbales.

En El señor de las moscas, Golding utiliza elementos de la filosofía de Hobbes para criticar la visión de la naturaleza humana representada en La isla de coral. La obra de Ballantyne es importante porque funciona como antítesis, ya que nos muestra una visión más optimista del ser humano en estado salvaje, más cercana a la filosofía de Rousseau en El contrato social (1762).

Rousseau declaraba que el ser humano en su estado natural se caracterizaba por la bondad y la inocencia, y que era en sociedad cuando el hombre se corrompía. La filosofía de Hobbes en este aspecto es contraria a la de Rousseau de la misma manera en que la obra de Golding es contraria a la de Ballantyne; tanto en Leviatán de Hobbes como en El señor de las moscas de Golding asistimos a una representación del ser humano como un ente salvaje. En estos casos, es la sociedad la encargada de apaciguar esta naturaleza salvaje mediante el uso de la razón —representada en la ley.

En resumen, por un lado tenemos El señor de las moscas y la filosofía de Hobbes, que defienden que la sociedad nos obliga a ser buenos y comportarnos de forma racional. A su vez, suponen que el ser humano en un estado salvaje o natural es hostil y violento.

Por otro lado nos enconramos con La isla de Coral y la filosofía de Rousseau, que utilizaremos para contrastarlos con los dos autores anteriores. En estas obras vemos cómo la sociedad aparece retratada como la fuente de los males del ser humano mientras que la naturaleza es el lugar donde el hombre puede ser bueno y libre.

La isla, el paraíso destruido

En La isla de coral, la isla funcionaba como un entorno hostil en el que los protagonistas se veían obligados a colaborar unos con otros; el mal provenía del exterior y los personajes protagonistas representaban el bien que combatía estas dificultades.

Golding en El señor de las moscas presenta una idea diametralmente opuesta. La isla es prácticamente un paraíso lleno de fruta, comida y animales para cazar. Son los niños protagonistas quienes representan la hostilidad tanto hacia la isla como hacia ellos mismos, haciendo honor a la famosa frase «Homo Homini Lupus» (el hombre es un lobo para el hombre) popularizada por Hobbes.

La corrupción del ser humano de un entorno idílico remite al mito bíblico del Edén, así como la posterior caída en desgracia de Adán y Eva tras el pecado original. En este sentido, Golding y Hobbes entenderían la naturaleza humana de forma posterior al pecado original y a la pérdida del paraíso mientras que Ballantyne y Rousseau se decantarían por el momento previo a estos eventos (el retorno a la naturaleza equivale a recuperar lo que se perdió tras el pecado original)

En El señor de las moscas, la isla es un nuevo Edén para los niños protagonistas, quienes se encuentran en un lugar con los recursos suficientes como para cubrir todas sus necesidades. Aún con todas estas facilidades, los conflictos entre los protagonistas no tardan en surgir. Igual que Adán y Eva, los niños de la obra están condenados a perder el paraíso por sus propias acciones.

El entorno apacible se convierte en un escenario para presentar al ser humano en lo que Golding considera su estado natural: dominado por sus pasiones y preocupado egoístamente por su propio bienestar, sin consideración de lo que beneficia a todo el grupo.

Poco a poco, esta conducta salvaje provoca que la isla vaya perdiendo su condición paradisíaca. De forma física, esto se puede observar en los fuegos que asolan gran parte de la vegetación o en las constantes peleas de los protagonistas. De forma espiritual, la decadencia se observa en la progresiva importancia que le dan a las supersticiones en torno a La Bestia, la presencia que envuelve a la isla en un halo de misterio y terror y representa la sinrazón más absoluta.

Las dos caras de ser humano: Ralph y Jack

Al poco de llegar a la isla se produce la primera disputa entre Ralph y Jack, que serán dos fuerzas opuestas a lo largo de la obra. Jack comienza a mostrar sus ansias de poder por primera vez cuando argumenta que él tiene que ser el líder porque era también el líder del coro. El argumento llama la atención por falaz y por irracional —ser líder en un contexto determinado no es un argumento lógico para serlo en otro contexto distinto— y sirve para adelantar la sinrazón extrema que posteriormente mostrará Jack.

Tras hacer una votación, es Ralph quien sale elegido como líder, aunque este último le otorga a Jack poder sobre sus miembros del coro, que serán cazadores. Esta pequeña sociedad, con Ralph a la cabeza, es lo que Hobbes describe como estado de institución, donde los individuos se someten voluntariamente a un soberano.

Esta forma de estado presenta el problema de que el soberano, Ralph en este caso, no posee poder real, ya que su poder deriva de la confianza que los demás tienen en él. Volveré a hablar del estado de institución con más detalle más adelante.

Al tratar de convertir el grupo en una democracia, y, utilizando la caracola como símbolo para escuchar la opinión de todo el mundo, Ralph pierde fuerza y autoridad como líder, ya que diluye su poder entre los demás. El propio Ralph no llega a asumir su autoridad en el contexto en el que se encuentra y en ocasiones hasta declara que no le gustaría ser líder.

Al contrario que Jack, Roger o los demás salvajes, Ralph no logra liberarse de las expectativas de la sociedad inglesa que abandonaron, ya que siente que al ser líder tiene que ser alguien responsable y racional. Ralph y Piggy son los dos personajes que representan la razón en la novela y son los que, a pesar de estar en un obvio entorno hostil, intentan mantener en pie los pilares de la sociedad que han dejado atrás.

Aún así, Ralph se deja llevar más de una vez por sus deseos irracionales, como cuando acompaña a los cazadores a cazar un jabalí y experimenta el placer que supone vivir sin reglas haciendo lo que quiera. Es probablemente su posición de líder y la responsabilidad que ello conlleva (así como la influencia de Piggy) lo que le lleva a inclinarse más hacia su parte racional.

El dilema aquí es entre el deber y el deseo, y Ralph elige el deber. En la entrada en la que hablaba sobre Nietzsche a raíz de El Club de la Lucha la idea era justamente la opuesta: liberarse del yugo racional de la sociedad para ser completamente libre. No obstante, Tyler Durden, igual que Jack y los salvajes, no es capaz de avanzar más allá del nihilismo destructor —y no todo el nihilismo es destructor.

El fuego y la caracola

El fuego siempre se ha asociado con la ciencia y la razón y remite a mitos como el de Prometeo, donde representa el conocimiento y sirve para iluminar la oscuridad en la que se encontraba el ser humano, ya que no era capaz de razonar por sí mismo.

Dentro de la novela, vemos que el fuego representa la esperanza para los personajes y se asocia con la sociedad y la civilización. Es por esto que lo consiguen encender utilizando las gafas de Piggy, símbolo de la razón y los logros científicos.

Hoguera

Mantener la hoguera encendida para ser rescatados es uno de los primeros pactos que forman los personajes, cuando deciden que, por turnos, se dedicarán a su cuidado. Detrás de este pacto, la única autoridad que se encuentra es Ralph, quien, como ya he mencionado anteriormente, carece de poder real. Aunque mantener el fuego encendido es algo que beneficia a todos, no deja de ser una tarea monótona y aburrida que nadie quiere llevar a cabo. Jack, en cambio, se rebela contra esto y ofrece a los demás niños todo lo contrario: la euforia de la caza y de una vida sin preocupaciones.

Hobbes habla en Leviathan de que las fuerzas que nos impulsan a actuar de forma racional son contrarias a nuestras pasiones naturales, las cuales nos empujan hacia la parcialidad, el orgullo o la venganza. A la tensión entre estas dos fuerzas se deben enfrentar de forma personal todos los personajes, y cada uno deberá decidir por sí mismo si prefiere la razón o la pasión. El problema que plantea Hobbes ocurre precisamente cuando el ser humano posee el libre albedrío para poder decidir una cosa u otra.

Caracola en la playa

El grupo de la razón, encabezado por Ralph y Piggy, confía en el criterio de los demás para decidir de forma lógica y coherente. Ralph no es un líder autoritario, así que no se impone y deja que los demás hagan lo que quieran a pesar de que su posición es objetivamente correcta.

Y lo que hacen los demás es jugar, pasárselo bien y cazar. Son niños, después de todo. La gratificación inmediata es más importante que los beneficios a largo plazo. Así que el fuego se apaga, porque nadie cuida de él.

Para Hobbes, la principal función del líder autoritario tiene que ser evitar que el resto del mundo siga ciegamente sus propias pasiones y deseos. Como Ralph no es un líder autoritario, no hay ninguna figura que obligue a los demás a comportarse de forma racional y cuidar del fuego.

«Líder autoritario» hace referencia a poseer el poder necesario para hacer cumplir los pactos sociales. En la sociedad, los pactos son las leyes y el poder que hay detrás es la promesa de que incumplir la ley conlleva un castigo.

Hobbes y Golding dejan claro que, para ellos, los pactos sin una promesa de fuerza que los respalde son solo palabras, incapaces de proporcionar seguridad al ser humano.

Y, si de algo carece Ralph, es de autoridad y fuerza, algo de lo que él mismo es consciente. Su poder proviene de la caracola, y de la suerte de haberla encontrado el primero. Después de que Jack se rebele y demuestre ser el más fuerte, su única opción es resignarse.

Si toco la caracola y no vuelven, entonces sí que se acabó todo. Ya no habrá hoguera. Seremos igual que los animales. No nos rescatarán jamás.

William Golding, El señor de las moscas

A partir de este momento, Jack irá ganando más autoridad como líder mientras que Ralph la irá perdiendo.

Anteriormente en la novela vimos cómo Jack le rompe las gafas a Piggy de un puñetazo cuando le reprenden por descuidar el fuego para irse a cazar. Las gafas rotas de Piggy representan otro triunfo de lo salvaje frente a lo racional. La respuesta de Ralph como líder ante la violación del pacto de Jack y su posterior acto de violencia es la de convocar una asamblea en la que intenta apelar, una vez más, al lado racional de los demás. Obviamente, esto no funciona.

Jack aprovecha esta asamblea para realizar otra muestra de poder, y comienza a no respetar públicamente la función de la caracola, al hablar cuando no la está sosteniendo. La caracola es el símbolo de la democracia, ya que el que la sostiene tiene el poder de hablar y de ser escuchado por los demás, sin importar su edad ni su posición en el grupo.

Ni Hobbes ni Golding abogan ni por la tiranía ni por un estado fascista. Lo que dicen es que para proteger el contrato social y las libertades individuales es necesario hacer uso de la fuerza.

Los pactos y el estado de sociedad

Según Hobbes, si no hay ningún poder erigido, o no el suficiente para proporcionar seguridad, cualquiera podrá y deberá confiar en su propia fuerza y habilidad como precaución ante los demás.

Jack es consciente de este vacío de poder, por eso se vuelve cada vez más agresivo e intenta convencer a los demás de que Ralph es un mal líder. Este ansia de poder es un reflejo de su idea de que ser el líder del grupo es la única manera de conseguir lo que quiere.

Una vez Jack asciende al poder, comienza a fortificar la zona en la que se asientan y a poner vigilantes que custodien el perímetro. El miedo que siente ante la posible pérdida del poder que ha obtenido se transforma en violencia, lo que cuadra perfectamente con la descripción que hace Hobbes de la búsqueda de poder.

En concreto, lo que se menciona en Leviatán es una inclinación hacia un deseo de poder, que solo cesa con la muerte. La causa de este deseo no es solamente la búsqueda de una mejor situación, sino la necesidad de asegurar el poder y las condiciones de vida que se poseen en el presente, lo cual se consigue con más poder.

Esta espiral centrada en el poder y la consiguiente paranoia derivada del miedo a perderlo sí encaja más con la imagen de tiranos y dictadores.

Pacto de Hobbes

Curiosamente, cuando Jack intenta convencer a los demás de que se unan a él mediante métodos racionales, fracasa. Aquí es cuando se viene abajo y se larga él solo a cazar, proclamando su independencia del grupo.

En un principio, el resto de muchachos son reacios irse con Jack, y permanecen con el grupo de Ralph. Una explicación para esto es, de nuevo, el conflicto hobbesiano de razón contra pasión y la obligación de mantener lo pactado de cara a la sociedad.

Todos temen romper el pacto delante de los demás, ya que, de acuerdo con la teoría contractualista de Hobbes, si el resto del mundo sabe que un individuo ha roto un pacto, será más difícil que los demás confíen en él a la hora de efectuar nuevos pactos en el futuro. Esto, a su vez, podría dificultar la supervivencia individual.

Una vez la asamblea se disuelve y todos se alejan de las miradas de los demás, la mayoría terminan cediendo a sus impulsos primarios y yéndose con el grupo de Jack.

Es aquí donde se crea el estado de adquisición, en contraposición al estado de institución del que hablé al principio. Para dejar más claros los dos tipos de estado de sociedad que describe Hobbes usaremos los tres estados de sociedad relevantes en la novela. Añado también los pactos de cada uno —los acuerdos que deben respetar— así como el poder que asegura que estos pactos se cumplan. 

Sociedad/Grupo Tipo de estado de sociedad Pactos Poder
Inglaterra Estado de institución Cumplir las leyes Poder del gobierno
Grupo original de Ralph Estado de institución Mantener la hoguera encendida Respeto hacia la caracola
Los salvajes de Jack Estado de adquisición La voluntad de Jack (cazar) Fuerza de Jack, miedo

La diferencia principal entre institución y adquisición en El señor de las moscas es que Jack busca activamente el liderazgo del grupo y consigue someter a los demás por medio de la fuerza y de maquinaciones. Aunque los demás niños se unan voluntariamente al grupo de Jack, lo hacen por la fuerza que este demuestra en el conflicto contra Ralph.

He añadido también Inglaterra como grupo ya que representa el gran leviatán hobbesiano de la novela. Aunque no aparezca de forma directa, es la sombra de su poder lo que condiciona a Ralph y su grupo a actuar tal y como lo harían los adultos. Al final de la novela, el poder de Inglaterra se verá restituido con la llegada de los adultos a la isla.

Esto apunta al instinto básico de supervivencia característico del estado natural del ser humano, en el que lo único importante es el bienestar de uno mismo. Llegados a este punto de la novela, seguir a Jack significa tener más posibilidades de sobrevivir que quedarse con Ralph, el más débil de los dos.

Otro elemento que caracteriza al grupo de Jack es pintar la cara de todos los que sus integrantes, convirtiéndolos así en personas anónimas. Esto hace que la ruptura de pactos pierda su valor, ya que no puedes culpabilizar a alguien anónimo. De la misma forma, el individuo pierde su sentido de culpabilidad al ocultarse detrás de la máscara.

Poco a poco, todos los integrantes del grupo de Jack van dando rienda suelta a su lado salvaje y hacen lo que quieren. De ahí les viene el sobrenombre de «los salvajes».

Aún así, deben respetar un único pacto, que es el realizado con Jack y el que lo coloca como líder. Jack, al contrario que Ralph, sí exhibe poder continuamente y se muestra autoritario y tiránico; domina con el miedo y haciendo constantes alusiones a la Bestia. 

La Bestia como representación del miedo

La Bestia se relaciona con el lado salvaje e irracional de la naturaleza humana. Es un elemento que aparece continuamente en el subconsciente colectivo de los personajes casi desde el principio de la novela, como una presencia semi divina a la que hay que contentar. La Bestia es un ente que todo lo puede y todo lo ve. Pero no existe.

Esta presencia omnipotente y omnipresente recuerda al dios vengativo del Antiguo Testamento y es una de las principales fuentes de poder de Jack, quien utiliza a la Bestia como recurso para manipular la realidad e infligir miedo a los demás.

Uno de los niños más pequeños es el primero en hablar de la Bestia, ya que esta es fruto del miedo y de lo irracional, y estos aspectos se representan mejor en alguien joven. Jack utiliza a la Bestia para negar la realidad y otorgarle a todo una explicación simple de digerir que tenga a los demás contentos y justifique cualquier acto.

Tras el brutal e injustifado asesinato de Simon, Jack les dice a los demás que en realidad era la Bestia disfrazada. Las creencias absurdas e infundadas simplifican y pervierten la realidad de los hechos. El comentario de Golding sobre las religiones no podría ser más claro.

Unas rocas y el mar

No puedes demostrar que la Bestia no esté en esta imagen

Poco a poco, este miedo irracional producido por la Bestia se irá extendiendo al resto de los muchachos, incluso hasta Ralph y Piggy, los más racionales.

Simon es el único personaje que se mantiene fiel a su lado racional y afirma no creer en la Bestia, aunque en su caso se trate más de una sensación innata e inexplicable que de una argumentación lógica. Esta argumentación lógica la vemos en Piggy, que falla al tratar de demostrar la inexistencia de la Bestia —ya que no se puede demostrar la no existencia de algo. 

Simon es, también, el único que comprende que la Bestia no es algo real, sino que habita dentro de cada individuo. Confiando plenamente en esta idea, se aventura en solitario a través de la isla y descubre que la Bestia es realmente el cadáver de un paracaidista.

La verdad que Simon intenta traer al grupo no es deseada por el resto, que solo quiere pasárselo bien. La muerte de Simon a manos del grupo de Jack es un símbolo bien claro de esto. De nada sirve estar en lo cierto si aquellos que están equivocados asesinan la verdad a golpes. Este tipo de argumentación falaz se llama apropiadamente ad baculum y se refiere a tratar de convencer mediante golpes, violencia o poder en lugar de utilizando la lógica.

¿Quién es el Señor de las moscas?

La respuesta corta es Ba’al Zvuv. Esta palabra hebrea significa «señor de las moscas» y de aquí surge el posterior y famoso nombre Belcebú (o Beelzebub).

Si volvemos a la interpretación inicial de la isla como el jardín del Edén, todo esto tiene mucho más sentido. La isla es el paraíso y el Señor de las moscas es el origen del mal, Satanás o la serpiente.

Beelzebub moscaComo curiosidad, la misma imagen de Belcebú como mosca (de 1863) que utilizo para ilustrar este texto se utilizó  en la portada de la edición de Penguin Classics del libro.

En el mito del edén, la serpiente simboliza la tentación y puede decirse que tiene una participación activa a la hora de tentar a Eva. En El señor de las moscas no es así. El mal no existe en la isla hasta que el ser humano llega a ella. Son los protagonistas quienes se extienden por este paraíso como un virus, destruyéndolo todo a su paso.

Lo más irónico de la novela es que es precisamente esta destrucción la que provoca que los niños sean rescatados, ya que unos barcos ingleses ven la isla en llamas en el horizonte. El rescate no se produce gracias a la inteligencia y la razón, sino por la irracionalidad y la destrucción.

Golding, al igual que Hobbes, dibuja al ser humano como un ente capaz de los males más horrendos para alcanzar sus fines y que solo es capaz de convivir en sociedad una vez se somete a un poder mayor que él, que es quien se encarga de poner freno a sus pasiones.

En cambio, en El señor de las moscas aparecen retratados tanto los peligros de un líder racional pero débil, Ralph, como los de un líder irracional pero con poder y seguidores, Jack. Escribí este artículo en la época pre-Trump pero, ahora, editándolo en 2022, creo que Jack representa a la perfección el peligro de este tipo de líderes políticos.

No obstante, a pesar de que claramente todo el mal de la novela sea perpetrado directa o indirectamente por Jack, Golding se esfuerza en remarcar que todo ello fue posible porque la inactividad y pasividad de Ralph lo permitieron. El error de Ralph fue intentar combatir la irracionalidad y las agresiones de Jack mediante buenas palabras y alusiones a la lógica. No se pueden utilizar buenas palabras para luchar contra las ansias de poder absoluto.

Imagen original de la cabecera: enlace

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